Artículo publicado originalmente en La Gaceta
A Pedro Sánchez se le descompone el rostro, como si se hubiera roto el
verosímil pacto que hizo con el diablo del verdadero progreso para
mantenerse en el poder, como si esa cara pulida en el granito de su
psicopatía de mentiroso compulsivo, de la desvergüenza que le permite
sortear cualquier atisbo de decencia, estuviera empezando a notar los
estragos de tanta maldad.
Algo oscuro se cierne sobre él, y preocupa el físico menguante del
número 1, del puto amo, famoso hasta ahora por su fría ambición y una
ausencia total de emociones veraces, de algo real que no pareciera la
actuación tras una máscara de un consumado actor.
Analizando las causas de la imagen mellada y casi enjuta del inquilino de
la Moncloa, que hasta de vacaciones parece maquillado por un
tanatoesteta, se puede barajar que empezara el deterioro cuando,
sonriente, se estrechó en saludo fraternal con esa Mertxe Aizpurua cuya
misma mano señalaba objetivos a asesinar por los terroristas del
nacionalismo zumbado y tribal.
Tampoco tiene que ser bueno para la salud hacer contorsionismo
argumentativo con la Amnistía, para fomentar la desigualdad entre
españoles y la usurpación de derechos fundamentales de los ciudadanos
que tienes que gobernar, y para seguir gobernando aceptes la rebaja de
los delitos de malversación y la entrega de las decisiones del país a
delincuentes supremacistas.
O tal vez se inició un contagio y comenzó a descomponerse su salud a
comienzos de la pandemia, aunque ahí hubo otros peores. Más
ignominia arrastra el sufridor de a pie que decía "no se podía saber"
frente a la amenaza del coronavirus que el Gobierno sí sabía, y que
despreció para llegar al 8-M con Italia ya cerrada. Todas esas
muertes...muertes de miles de ciudadanos mientras los más bobos de
cada barrio salían a aplaudir a las ocho y le reían las gracias al siniestro
Fernando Simón; tantos ataúdes apilados mientras los de la Rosa Nostra aprovechaban para robar en su infame trama de mascarillas y guerras
políticas con los confinamientos, decididos por un comité de expertos
inexistente: eran los propios mafiosos.
También existe la opción de que el presidente esté lívido por haber
vendido esa chatarra violeta de la ideología de género, una de las
mayores operaciones de expolio de dinero público de la historia,
millones y millones dilapidados en propaganda y en ingeniería social,
para acabar con una vicepresidenta del Gobierno diciendo que le da
vergüenza la presunción de inocencia, y con leyes chapuceras realizadas
por imbéciles fanáticas y malvadas, que provocaron la salida a la calle de
cientos de violadores.
O puede que a Pedro le esté dejando el careto macilento su decisión de
dejar tirados a los afectados por las riadas en Valencia, sin ayuda
durante días, españoles enfangados de barro y muerte mientras nadie
los socorría por maldito cálculo político. Porque el horror y la
desesperación de los valencianos podría ser usada contra el rival de esa
Comunidad, que es de otro partido.
Pienso si también le afecta el hecho de que con récords históricos de
recaudación fiscal la degradación del país se sienta en todas y cada una
de sus costuras, la calidad de vida haya empeorado notablemente y sólo
se enriquecen los políticos cleptómanos, los enchufados en chiringuitos
gubernamentales y los inspectores de Hacienda.
He descartado ésta y las demás opciones, pues en todo lo nombrado
actuó movido por el único afán del poder y su continuidad, y seguirá
adelante contra todo y contra todos y mientras pueda, aunque su mujer
acumule media decena de imputaciones por otros tantos delitos, su
hermano se haya largado a Japón con cuentas aún pendientes con la
Justicia y puede que otro informe de la UCO le esté esperando a la vuelta
de Lanzarote.
A Sánchez lo que le demacra es que, en una personalidad egomaníaca
preocupado por cómo la posteridad le recordará, empieza a tener la
2
certeza de que no podrá volver a pisar la calle con normalidad; le
atenaza de miedo la idea de irse de la Moncloa esposado o por la puerta
de atrás, y el legado será el desprecio de la ciudadanía y la negación y
amnesia colectiva entre los miembros del partido que tiranizó, pues en
un futuro no muy lejano, hasta sus más fervientes acólitos más de tres
veces negarán a Pedro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario