6 de octubre de 2025

Una maldición bíblica


Artículo publicado originalmente en La Gaceta

A Pedro Sánchez se le descompone el rostro, como si se hubiera roto el verosímil pacto que hizo con el diablo del verdadero progreso para mantenerse en el poder, como si esa cara pulida en el granito de su psicopatía de mentiroso compulsivo, de la desvergüenza que le permite sortear cualquier atisbo de decencia, estuviera empezando a notar los estragos de tanta maldad. Algo oscuro se cierne sobre él, y preocupa el físico menguante del número 1, del puto amo, famoso hasta ahora por su fría ambición y una ausencia total de emociones veraces, de algo real que no pareciera la actuación tras una máscara de un consumado actor.

 Analizando las causas de la imagen mellada y casi enjuta del inquilino de la Moncloa, que hasta de vacaciones parece maquillado por un tanatoesteta, se puede barajar que empezara el deterioro cuando, sonriente, se estrechó en saludo fraternal con esa Mertxe Aizpurua cuya misma mano señalaba objetivos a asesinar por los terroristas del nacionalismo zumbado y tribal.

Tampoco tiene que ser bueno para la salud hacer contorsionismo argumentativo con la Amnistía, para fomentar la desigualdad entre españoles y la usurpación de derechos fundamentales de los ciudadanos que tienes que gobernar, y para seguir gobernando aceptes la rebaja de los delitos de malversación y la entrega de las decisiones del país a delincuentes supremacistas.

O tal vez se inició un contagio y comenzó a descomponerse su salud a comienzos de la pandemia, aunque ahí hubo otros peores. Más ignominia arrastra el sufridor de a pie que decía "no se podía saber" frente a la amenaza del coronavirus que el Gobierno sí sabía, y que despreció para llegar al 8-M con Italia ya cerrada. Todas esas muertes...muertes de miles de ciudadanos mientras los más bobos de cada barrio salían a aplaudir a las ocho y le reían las gracias al siniestro Fernando Simón; tantos ataúdes apilados mientras los de la Rosa Nostra aprovechaban para robar en su infame trama de mascarillas y guerras políticas con los confinamientos, decididos por un comité de expertos inexistente: eran los propios mafiosos.

También existe la opción de que el presidente esté lívido por haber vendido esa chatarra violeta de la ideología de género, una de las mayores operaciones de expolio de dinero público de la historia, millones y millones dilapidados en propaganda y en ingeniería social, para acabar con una vicepresidenta del Gobierno diciendo que le da vergüenza la presunción de inocencia, y con leyes chapuceras realizadas por imbéciles fanáticas y malvadas, que provocaron la salida a la calle de cientos de violadores.

O puede que a Pedro le esté dejando el careto macilento su decisión de dejar tirados a los afectados por las riadas en Valencia, sin ayuda durante días, españoles enfangados de barro y muerte mientras nadie los socorría por maldito cálculo político. Porque el horror y la desesperación de los valencianos podría ser usada contra el rival de esa Comunidad, que es de otro partido.

Pienso si también le afecta el hecho de que con récords históricos de recaudación fiscal la degradación del país se sienta en todas y cada una de sus costuras, la calidad de vida haya empeorado notablemente y sólo se enriquecen los políticos cleptómanos, los enchufados en chiringuitos gubernamentales y los inspectores de Hacienda.

He descartado ésta y las demás opciones, pues en todo lo nombrado actuó movido por el único afán del poder y su continuidad, y seguirá adelante contra todo y contra todos y mientras pueda, aunque su mujer acumule media decena de imputaciones por otros tantos delitos, su hermano se haya largado a Japón con cuentas aún pendientes con la Justicia y puede que otro informe de la UCO le esté esperando a la vuelta de Lanzarote.

A Sánchez lo que le demacra es que, en una personalidad egomaníaca preocupado por cómo la posteridad le recordará, empieza a tener la 2 certeza de que no podrá volver a pisar la calle con normalidad; le atenaza de miedo la idea de irse de la Moncloa esposado o por la puerta de atrás, y el legado será el desprecio de la ciudadanía y la negación y amnesia colectiva entre los miembros del partido que tiranizó, pues en un futuro no muy lejano, hasta sus más fervientes acólitos más de tres veces negarán a Pedro.

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