19 de noviembre de 2025

Para poner en los institutos


Artículo publicado originalmente en La Gaceta

Ha tenido bastante impacto la entrevista de Xabier Fortes, fiel comisario político-mediático del ente público manejado por el sanchismo, al historiador mexicano Fernando Zunzunegui. Tras el espectáculo brindado, al gallego le han llovido tantos palos por todos lados que parecía una piñata, y el pobre diablo contestaba de uñas en redes sociales, defendiéndose como gato panza arriba, sin querer aceptar el ridículo al que se vio abocado por su propia incapacidad y, para mayor oprobio, en su propio terreno, mojándole la oreja en la que de momento es su casa. 

Porque son bastantes los que ya han escrito en profundidad desmontando la versión labrada por nuestros enemigos históricos (Iván Vélez, María Elvira Roca Barea, Marcelo Gullo) pero ninguno había ido a TelePedro a darle con el libro en los morros a uno de los más notorios propagandistas. Zunzunegui llegó, vio y triunfó. Sin perder en ningún momento la compostura.

No soy de dar la lanzada al árbol caído (o algo así) pero esto había que saborearlo, porque en un contexto de apisonadora mediática de la izquierda y lucha por imponer su relato, siempre está bien que disfrutemos de pequeñas victorias intelectuales, aunque el rival sea de tan poca entidad.
Es noticia por lo novedoso, ver en TVE una defensa semejante de una visión hispanista rigurosa, allí donde normalmente imperan la demagogia, la desinformación y la carroña de trinchera.

Uno casi siente compasión por el lastimoso inútil de Fortes, sudando en frío cuando tenía delante a una persona preparada que sabe de lo que habla, y no a uno de los políticos zascandiles de discurso prefabricado, de los que le suelen mandar para que les pase un poco la mano por el lomo, acompañado a veces de otros periodistas igual de serviles al poder, que dejan la marca RTVE como una sucursal más del PSOE.

Fortes, con su indisimulable gesto de garrulo montaraz, intentaba contragolpear pero de manera torpe e ineficaz, ya que en frente no tenía a otro lacayo llamado a plató a esputar la versión gubernamental y repetir el catecismo oficial, sino a un historiador libre, independiente y formado, que de manera educada pero contundente iba desarmando los clichés y prejuicios que le servía el presentador, como balones toscamente entregados al rival.

Una entrevista que debería ser de visión obligatoria en los institutos, como ejemplo de desmontar con datos y eficacia una historiografía mendaz que ya chirría, y también para que los jóvenes vean a un lambiscón del Gobierno hacer el ridículo con todas las de la ley, pero sin otro culpable que él mismo. Alguien debería haber parado aquello a tiempo, porque cuando acabó, al supuesto periodista no le quedaba ni un ápice de dignidad, tras semejante soba.

Con los cambios que están experimentando nuestras formas de relacionarnos con el pasado, donde ya no se acepta con plácida mansedumbre versiones oficiales pergeñadas por sibilinos hispanófobos y acomplejados dogmáticos, con una visión parcial y torticera de una historia compleja y llena de claroscuros, cada vez más personas saben que lo que creían cierto no eran más que construcciones maniqueas realizadas por las potencias enemigas en el pasado, y por la izquierda endófoba en la actualidad. 

Contar el Descubrimiento y conquista o la Guerra Civil como una narración simplista de malvados e inocentes, de saqueadores y saqueados o fascistas y demócratas, supone un ataque directo a la más elemental inteligencia del receptor.
Desde el marxismo cultural sienten una malsana atracción por todo lo que implique demonizar España, y eso conlleva magreos con bilduetarras y discursos enajenados sobre plurinacionalidades disparatadas.

Frente a la izquierda cochambrosa que compra y difunde sin pudor la leyenda antiespañola, reivindiquemos y hagamos bandera de la humilde y noble entereza de un mexicano defendiendo en soledad la gran epopeya de la hispanidad.

16 de noviembre de 2025

Son sus chicos


Artículo publicado originalmente en La Gaceta

Son los de la batalla campal en la universidad navarra del otro día, se llaman Gazte Koordinadora Sozialista (GKS), van de negro (inspiración de la Marcha sobre Roma, supongo), Otegi les parece un carcamal burgués demasiado integrado en el sistema y Vito Quiles un peligroso fascista. Es verdad que al Arnaldo terrorista, al Arnaldo secuestrador, le gustaba jugar a la ruleta rusa con su rehén, y el asesinato de Miguel Ángel Blanco le pilló relajándose en la playa, pero a estos cachorros del independentismo radical vasco, el currículum de una vieja gloria no les impresiona, y seguramente no sepan quién era Blanco, porque no habían nacido y no son jóvenes muy propensos a los libros, a documentarse, o a cualquier tipo de inquietud que no sea la violencia, el calimocho y el despropósito ideológico.

En el campus, además de enfrentarse a la policía y reventar una conferencia (la libertad de expresión no es antifascista) la emprendieron a golpes contra un periodista, le arrearon entre cinco, porque si algo sabemos de estos hijos de la endogamia, es que no hay en España grupo político ni humano más cobarde que los abertzales, sólo emparejados con las ratas de cloaca. 

De sus hermanos mayores, los etarras, era conocida su tendencia a perder el control de los esfínteres en el momento de la detención. Uno de los casos más notorios fue el del Carnicero de Mondragón, que el GAR lo encontró en Hernani escondido dentro de un agujero en una habitación, y se había hecho las deposiciones encima. Es verdad que de aquella el GAR solía tirar a matar, aunque poco lo hizo, para mi gusto.

Nuestra izquierda más detestable de lo que ellos mismos llamarían "estatal" aplaudieron la labor de los encapuchados de Navarra como un heroico acto de resistencia antifascista. Ellos reflexionan (es un decir) sobre la importancia del enfrentamiento, de pararle los pies a la ultraderecha, aunque la ultraderecha sea una conferencia de un chaval en camisa o un periodista con una alcachofa al que mandaron a currar allí.

Dentro de unos días se cumplirá medio siglo de la muerte de Franco y siguen los zumbados agitando espantajos que ya sólo habitan en sus seseras. Hoy en día, ese sobado antifascismo únicamente es un salvoconducto para aglutinar a mermados, adolescentes desamparados con el núcleo familiar reventado, tontos de babero sin muchos objetivos vitales, chavales pirando clase en el instituto y nostálgicos de la hoz y el martillo que nunca han cogido una pala o un taladro.

Se convocan siempre para hacer multitud y hacen de cualquier intento de debate público una atmósfera insostenible. Dentro de su limitadísima percepción de la realidad, sólo pueden hablar los que ellos consideren, y la única noción de intercambiar ideas es darse la razón mutuamente en una herriko taberna, o cualquier antro ultraizquierdista de mala muerte de esos con un montón de pegatinas por las paredes y olor a bayeta de fregar.
Se remueven entre populismos regresivos, el provincialismo más primario, el subidón de la cacería y el sentido de pertenencia cuando van en manada.

Esto ya pasó hace años (qué viejos nos estamos haciendo) con Rosa Díez y los que luego fundarían Podemos. Fue en Madrid y en una versión menos violenta, pero en un sitio que era una sucursal de los batasunos en la capital. Los comunistas en Madrid, desde la era ZP y el fin de los asesinatos, muestran una abierta simpatía y mutua complicidad con la izquierda abertzale, sobre todo ahora que están en el Congreso.

También el estrambótico dúo de los Iglesias-Montero hablan mucho del antifascismo y esa retórica exaltada de lucha y combate, aunque en cuanto notan algún movimiento cerca llaman al GRS, porque las pulsiones revolucionarias son mucho más provechosas cuando tienes a la Guardia Civil de tu lado.

La triste novedad, síntoma de estos tiempos, presumo, es que antes los abertzales, los batasunos del entorno de ETA, tenían el apoyo de los suyos, en sus nichos y fortines, y poco más; en la sociedad española había un consenso donde se rechazaba ese delirio supremacista de los zumbados legatarios de Sabino Arana y sus gudaris palurdos homicidas.

Pero ahora, esa escisión revoltosa de Sortu, con un radicalismo activo que ha vuelto a brotar gracias al blanqueamiento y al pacto PSOE-Bildu, tiene la simpatía de cualquier pelafustán de, yo qué sé, Sanlúcar de Barrameda y afiliado a IU, que da palmas con las orejas y celebra lo que pasó en la Universidad de Navarra, más contento que si el RKKA hubiera izado la bandera soviética sobre Berlín. 

Y eso va desde ese afiliado gaditano hasta tertulianas analfabetas de berrido en televisión, pasando por tuiteros anónimos que vuelcan sobre la red sus miserias hasta llegar a ministros del Gobierno. Porque ese ruido y ese desorden violento vendido como freno a la ultraderecha le viene genial a Pedro Sánchez, partidario de agudizar las cosas y enfrentar, ponerlo todo en el punto de ebullición que le gusta a él, que es al máximo. Nos conviene que haya tensión, decía su mentor. Y, a fin de cuentas, los encapuchados de las agresiones son sus socios. Son sus chicos.

7 de noviembre de 2025

Contra las mujeres (II)



Artículo publicado originalmente en La Gaceta

Lo peor del caso de la manada de Pamplona de 2016, en un suceso donde ya de por sí todo es malo (por zafio, por vulgar, por corrosivo, por sórdido, por populista) es que sirvió para cebar los programas especuladores del amarillismo vendiendo estiércol televisado, y también la furia de las masas, en una sorprendente representación callejera de ira y cólera contra jueces, cuando ni siquiera había salido publicada la sentencia. 

Fue un punto bajísimo de inflexión donde se dejó de actuar como un país maduro, o mínimamente civilizado, y se dio rienda suelta a los más viles instintos, los de los tribunales populares y linchamientos colectivos. Los de las verduleras y los campesinos que van a tirar frutas y hortalizas podridas a los acusados, camino del patíbulo medieval. 

Vimos turbas movidas por grandes intereses, creyendo que las condenas las dictan las calles vociferantes. Evidentemente el frenético feminismo oficial, el único que se puede profesar de forma imperativa, se frotó las manos y quiso dar rienda suelta a sus elaborados eslóganes donde, en esencia, todos los hombres son violadores en potencia y todos los jueces machistas en ejercicio. Y fachas.
Aquello fue un espectáculo que impactó por lo aberrante. Netflix realizó un documental, porque saben a qué público dirigen su telemierda. Hasta una ley sacaron las folclóricas activistas metidas a políticas y legisladoras, con los resultados que todos sabemos.

En la manada navarra de 2025 no hay manifestaciones de exaltados, políticos pescando en el río que ellos revolvieron ni, al aparecer, alarma social ante el terrorismo machista. El único motivo es que a la chica no la violaron los hombres correctos para el negocio. Si no hay rédito político y mediático, la víctima importa una higa. 

La chica, violada y robada por cuatro magrebíes (tres de ellos con orden de expulsión), fue encontrada semiinconsciente bajo un árbol, en el asentamiento ilegal donde los cuatro malvivían entre desperdicios y que era un punto de venta de droga. En el Ayuntamiento de Bildu, que gobiernan gracias a sus compinches del PSOE, tenían conocimiento de ese campamento, pero los proetarras no movieron un dedo.

En los canales y redes oficiales de las que han hecho del ultrafeminismo un modo de vida resuena un silencio que impresiona. Como si nada hubiera pasado porque, de cara a sus intereses, no ha pasado nada. Cuesta asimilar tanto rastrerismo, tanta hijoputez. Porque manadas similares han sido una constante desde ese lejano 2016. Más de las que se podrían asimilar si llegaran al gran público.
Violaciones brutales y salvajes, con un denominador común. Muchas no trascienden, de otras nos enteramos los de siempre. Y lo que son los políticos progres, si se enteran, no dicen ni Pamplona.

Seamos sinceros. Una sociedad donde una presentadora millonaria de un programa estrella, ante al apuñalamiento de un bebé, su primera reacción es lamentar que eso sea "un regalo para la ultraderecha" es una sociedad profundamente enferma. 

Sigamos siendo sinceros. Un ministerio que funde millones de euros del contribuyente en auténticas chorradas, y no mueve ni una ceja ante las violaciones constantes de las mujeres de su país, es un ministerio que no tiene que ser cerrado. Tiene que ser dinamitado, con una detonación programada, controlada y monitoreada en tiempo real. Y declarar el solar como suelo no urbanizable, para que no se pueda volver a construir nada parecido en el lugar.

Un profesor y militante de Izquierda Unida (combinación que se da bastante) de Orense está huido y en busca y captura por la violación de una menor de edad, en abusos continuados en el tiempo, durante al menos cuatro años, desde que ella tenía 12. 

El exlíder de En Marea tuvo la complicidad de tres profesoras que no creyeron a la chica y la invitaron a marchar del centro educativo "por si se suicidaba". La chica terminó abandonando el colegio por presiones del entorno escolar y de la dirección, que se pusieron en todo momento de parte de su violador. 

Martiño Ramos era de izquierdas, y cuando esto ocurre, ni hay hermanas, ni te creen, ni nada que ver ahí, en ninguna plataforma.
A la menor le ha destrozado la vida (ingresos en Psiquiatría y 34 kilos de peso) y el podemita sigue en paradero desconocido. Huido con la complicidad de, al menos, tres mujeres. Mujeres contra mujeres. Y de nuevo, por no ser violada por la persona correcta. Digieran como puedan esta información.