3 de septiembre de 2010

Fiasco

No corren buenos tiempos para los asuntos celestiales. Si Stephen Hawking hace unos meses dijo que era factible que hubiera más vida en el universo y que si algún extraterrestre se pasaba por aquí era posible que viniera con ganas de marcha, es decir, a arramplar con recursos ajenos y de paso cargarse a unos cuantos humanoides (vamos, lo que venimos haciendo entre nosotros desde la noche de los tiempos), ahora ha vendido a decir que Dios no existe (algunos ya lo sospechábamos), y por lo tanto no creó el universo, ni en seis días ni en seiscientos.
Esto se la trae floja a los fanáticos, por supuesto, pues el asunto de la ciencia no va con ellos, y en país supuestamente civilizados como Estados Unidos se seguirá enseñando en determinados lugares el creacionismo, con el jefazo como autor de la tierra, del cosmos, de las plantas, los hombres y el dragón de Komodo. Pero no es así, y es un alivio ya que con tantos agujeros negros, planetas inhóspitos y estrellas que explotan y se expanden ya había el rumor de que como decorador era un chapucero.
Pero por otra parte es bastante desalentador, ya que si cualquier persona en uso correcto de sus facultades mentales habría desterrado la creencia de un ser de apariencia humana, barbudo, sentado en una nube que rige los destinos de usted y de yo, y premia y castiga según actos y actitudes morales, sólo la idea de una fuerza primera que desencadenara la creación era el territorio asumible para los agnósticos. Llamara como se llamara, algo que provocara el primer movimiento iniciático. Pues nos dice el ilustre astrofísico que ni eso tampoco. Todo corresponde, fíjense que disparate, a las leyes de la física. ¡Quién lo podía imaginar! Con lo tranquilo que vivía el hombre atribuyéndole todo a fuerzas inteligentes superiores. No sólo el universo, también la lluvia, el sol, los terremotos y la calidad de Zidane. Malditos científicos. Estamos solos amigos, se acabó la idea de ir al infierno a disfrutar del alcohol y las putas.

2 de septiembre de 2010

El azote internacional



Las esperanzas del mundo sobre el conflicto de Oriente Medio están puestas en la reunión que Barack Obama mantuvo con los líderes israelíes y palestinos. Es probable que no se termine la ocupación ilegal de territorios por parte de Israel, esos aprendices de Hitler en su afán colonialista, ni que los radicales en Palestina vayan a dejar las armas, pero parece que se están dando pasos importantes hacia la paz. Todo el mundo ha destacado lo positivo de la reunión y se muestra esperanzado en una solución al conflicto.
Salvo Aznar, claro. No le agrada ni lo más mínimo al díscolo popular la política exterior del presidente negro. Eso de la paz le patea la rabadilla, esos moros miserables. Harto de meter la pezuña en los asuntos nacionales, no se corta un pelo el chiquitín en diriguir sus dardos altamente venenosos hacia el líder supremo, el señor Obama, ya saben, el sucesor en el cargo de ese prodigio intelectual llamado George Bush, íntimo de nuestro rumbero ex presidente. Y Jose María “Critica el acercamiento del líder de Estados Unidos a los musulmanes”. La reunión es con Palestinos e Israelíes, pero no pasa nada, eso del diálogo le suena a coña marinera y lo de las cumbres bilaterales no lo acaba de entender Aznar, que se metió saltarín y pizpireto en la invasión de Irak sin preguntar al congreso y con todo el país en su contra. Tanta reunión y tanta leche de Obama, lo que hay que hacer es bombas y misiles a todo trapo y se acabó el asunto, todo ello acompañado por música de Wagner, en plan Apocalypse Now, y ya tenemos la erección asegurada de Aznar.
Es curioso como no termina de gustar a cierta parte del Partido Popular el presidente Obama, que ha hecho gestos significaivos para intentar resolver algunos de los problemas del mundo, sin embargo no hubo una sola palabra crítica contra Bush durante su mandato, cuya escalada bélica ponía palote a todo el mundo allá por Génova. Estos chicos de centro…