20 de octubre de 2023

La barbarie española




Artículo publicado originalmente en La Nueva España.

 Después del bestial ataque del brazo armado de Hamas (ignoro si tiene un brazo ilustrado) contra una desprotegida población israelí a la que masacró impunemente durante horas, algunos, los más nuevos en estos lances o desconocedores de la fauna ibérica, mostraron cierta sorpresa por la adhesión incondicional, ya desde el primer momento, de nuestra izquierda canallesca que simpatiza con el terrorismo coránico desde tiempos ancestrales. 

Es cierto que cada vez es más llamativa la miseria moral desplegada sin ningún rubor, y que nada frena a gente capaz de utilizar todo tipo de circunloquios para no usar el término terrorismo, aunque para la doctrina progre terrorismo suele ser casi todo lo demás, venga no al caso. Desde terrorismo climático hasta terrorismo financiero. Menos lo de masacrar población civil, que debe ser evaluado desde un contexto histórico en el que, con su falsa retórica pacifista, se condenan todas las violencias, en genérico, pero nunca esa violencia en específico. 

El asesinato de bebés, las vejaciones de cadáveres o el ensañamiento con las mujeres no son atrocidades suficientes para un tipo de sectarismo antijudío desprovisto de toda sensibilidad. Ciegos de ideología en un peligroso cóctel donde se combina la maldad, el odio y la estupidez, la izquierda más cercana al estado de deshumanización ha dado nuevos pasos que no deberían extrañarnos. Además de congraciarse con el fundamentalismo religioso, la progez simpatiza con todos los etnicismos totalizadores y excluyentes. 

Desde hace tiempo, el relativismo moral permite que en una misma semana se llenen de heces la tumba del socialista Fernando Buesa y el presidente del Gobierno y líder de los socialistas pose sonriente y lleno de gozo con los que no condenaron el acto y probablemente lo propiciaron. Que puedan tener de socio prioritario a Arnaldo Otegi, al que nuevas declaraciones de compañeros de armas sitúan como responsable de nueve secuestros y un asesinato. Y que lo justifiquen y lo defiendan. Humillando a los muertos de aquí y aprobando los de la matanza de civiles allí.

Tampoco parece una novedad que nacionalistas y socialistas del nuevo milenio aprueben lo que inició el nacionalsocialismo en el siglo XX. La izquierda, tan falsamente progresista pero tan desactualizada, es un vestigio remanente de un pasado peor, siempre proclive a la tiranía y con su agenda desestabilizadora. Sin el liberalismo económico y el avance en libertades no hubiera sido posible el progreso increíble que ha vivido el mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. 

Observando las manifestaciones a favor de Hamas por toda Europa (también Madrid, con los habituales de nuestra lamentable extrema izquierda) deberían hacernos ver lo fino que es el barniz de la civilización. Qué rápido se marchitan las flores del Renacimiento y su posterior Ilustración. Aquella Europa moderna y humanista que alumbró al mundo ideas y derechos y dejó un cielo desprovisto de dioses y unos dirigentes que por fin eran terrenales está a punto de irse por el sumidero, con la oscuridad que se cierne sobre ella. El mundo que llega es más cerrado y sombrío, más peligroso e intolerante. Y en España, donde siguen teniendo fuerza los aliados del eje Teherán-Caracas, contamos con el caldo de cultivo perfecto para unirnos entusiastas a esa regresión.

En Sevilla, Podemos e IU se ausentaron del minuto de silencio institucional por la española asesinada (fallecida, dijo Sánchez) en el ataque del pasado día 7. Para el feminismo asilvestrado nunca han importado las mujeres, más allá de cómo estandarte de una causa deleznable y reaccionaria. Las mujeres sólo se usan como palanca política, un relato que pueda seguir engrasando el mecanismo de su perverso negocio. 

Hace poco, Irene Montero, incansable en su estulticia dogmática, pedía 1.000 millones al año para la industria de género, pues las redes clientelares se han multiplicado exponencialmente y cada vez hay más gente a la que enchufar, viajes que hacer y cazo que poner. Seleccionando a las víctimas según el rédito que puedan sacarle, han hecho de la tragedia selectiva su empresa. 

Tratando de amordazar opiniones y pensamientos, unas declaraciones donde se remarque una obviedad que no entre dentro de los parámetros de su dictadura distópica hace que seas cancelado, y te pueden tanto quitar el nombre de un estadio como buscar tu muerte civil orquestando linchamientos colectivos. Se trata, al fin y al cabo, de los mismos bárbaros.