Artículo publicado originalmente en La Nueva España.
El
presidente socialista del Principado, Adrián Barbón, escribió en
el campo comunicativo y de batalla de las redes sociales, ante la
fundación del necesario e higiénico partido Izquierda Española,
que para una izquierda no nacionalista ya está el PSOE. Así, sin
risas enlatadas ni nada. No quiere experimentos ilustrados el
mandatario de Laviana.
El Twitter de Barbón muestra en lo virtual
un personaje que ni siquiera funciona como parodia. Al contarse entre
los agradadores del presidente Sánchez y uno de sus justificadores
ideológicos, da un cierto embarazo leerlo, con frases hechas que
revelan la profundidad de su pensamiento y su dialéctica, donde
combina con eficacia demagogia y propaganda. Además, el usuario
puede entrar en las contradicciones del hombre ante el poder
desconcertante de las instituciones, pues Barbón, en un alarde de
sectarismo obsceno, no deja responder a nadie fuera de su círculo de
seguidores y seguidos.
Por
lo visto, lo que España necesita es seguir confiando en su partido
para depender de minorías anticonstitucionales que detestan hasta el
nombre de nuestro país, y con el PSOE como su principal valedor de
esas facciones segregadoras.
Añadía don Adrián en su reflexión:
“Un partido que entiende a España como lo
que es: unida en su diversidad y pluralidad. Así fuimos, somos y
seremos”.
Difícil
eludir la ofensa a la inteligencia que supone, a estas alturas,
defender al partido socialista como la opción de la izquierda
federal, o lo que sean, cuando está caído de hinojos ante un
nacionalismo que se caracteriza precisamente por su incapacidad para
asimilar la discrepancia y la pluralidad, que persigue con saña al
discrepante y que usa la lengua como apisonadora para arrinconar y
reducir el uso de la común y lengua materna.
Podemos seguir casi
en directo el rastro que deja la fiebre nacionalista y su oligarquía
dirigente, con el supremacismo a la vanguardia y los legatarios de la
ETA y el carlismo-separatismo, mientras los corífeos del régimen
nos intentan vender, con descomunal cara dura, cinismo inmoral y
falta de vergüenza, que eso es el bloque “de progreso”.
Progresar,
sí, en alicatar el sillón a costa de la separación de poderes, la
igualdad ante la ley o el respeto a los procedimientos
parlamentarios, mientras pactan sobre la sangre de sus compañeros
asesinados.
También está la izquierda asturiana, no exenta de toques nacionalistas, arengando con las esencias de las raíces (muy de Itziar Ituño) o la excitación de los factores históricos y sentimentales. Se arrancan Barbón y su cuadrilla con charlotadas identitarias peligrosamente conectadas con las emociones más primarias. No hay mucha argumentación ni ideas vigorosas más allá de la bandera y las esencias. Llegó a exigir, muy compungido, que la compañía Almax “pidiera perdón al pueblo asturiano” por un anuncio sobre la acidez de estómago.
Pero esa idea del ciudadano como lechuga de arraigo y favorable a la imposición del bable con dinero público dificulta mucho la convivencia con quien no la comparte. Fijan los dogmas asturtzales y esperan enchufar en consejerías y chiringuitos a un montón de políticos del ramo y vividores afines con el camelo ése de las raíces y sus complejos de geranios. Menos arraigo tienen con España y su democracia, desde que han decido ir de la mano de filoterroristas y sediciosos.
Esperaba el oportunista Barbón, a base de rendir pleitesía al inquilino de la Moncloa, lograr un puesto relevante en el nuevo Consejo de Ministros plurinacional, una plaza en Madrid que le sacara de las algentes tierras norteñas, pero sus esfuerzos de genuflexión no tuvieron rédito, pues finalmente se hizo ministro al mastuerzo de Valladolid, entre otras grandes figuras que nos darán días de gloria.
Pero el PSOE asturiano, en cuanto afín a Pedro Sánchez, forma parte de un aparato político y mediático voraz, que pone millones de euros al servicio de la industria gubernativa, y se censura a personas que han demostrado, a diferencia de Barbón, su dimensión intelectual, su coraje cívico, su lucha por la libertad. Purgando los periódicos de elementos incómodos para el autócrata.
Inmersos en una ola de populismo, polarización y posverdad, tenemos que aguantar además que maltraten nuestro sentido común con afirmaciones como que el PSOE está con los derechos ciudadanos, cuando han renunciado a la rendición de cuentas e hipotecado su presente y su futuro a la hez y el martillo, a parte de los peores partidos de la historia nuestra democracia, afanados en destrozar todo aquello que nos puede hacer libres y prósperos.