Las
personas más peligrosas suelen ser individuos de aspecto común, diríase
corriente, sin ningún tipo de distintivo especial que lo catalogue como tal. “Siempre
saludaba”, suelen decir los vecinos de un asesino ya confinado, cuando son
preguntados por los medios; y la mayoría de jerarcas nazis eran amorosos padres
de familia, amantes de los animales y tal y cual.
A
Rita Barberá no le ocurre eso, su aspecto no pasa desapercibido para nadie, ya
que, a su rotunda figura oronda hay que añadirle su característico peinado y el
gusto por los collares extravagantes. Una de las capos de la Organización en
Valencia trata de seguir recibiendo dinero del Senado porque al final en
política todo se trata de eso, de dinero.
El PP es una organización delictiva cuyo éxito entre la sociedad de la que vive
y donde delinque es uno de los fenómenos sociológicos más importantes de este
siglo. Hay que tener en cuenta que cuando la Policía entró en su sede (en la
sede del partido que gobierna) habían reventado los ordenadores a martillazos. Es
tan delirante que el hecho de que haya gente que vota al PP es divertidamente
rocambolesco, uno tiende a creer que son personajes peculiares, como si fueran
los habitantes del pueblo de Amanece que
no es poco o intérpretes de alguna buena película de Berlanga, La escopeta nacional, por ejemplo. Pero
la realidad es que son personas comunes, tú mismo te puedes cruzar por la calle
con alguno, sin ni siquiera saberlo. Viven a nuestro alrededor, cogen los mismos
autobuses y frecuentan los mismos bares, lo que hace que estés continuamente
sospechando de alguien. Un ciudadano ya no se puede fiar ni de sus vecinos.
Bajas a la tienda a comprar el pan, póngase el caso, y mientras te encuentras
con ese hombre de mediana edad en el ascensor, sonríes y dices Buenos días, puede que, sin tú saberlo,
hayas sonreído y saludado a un votante del PP. Escalofriante, ¿verdad? El daño que estas personas hacen, al
legitimar mediante el voto la corrupción endémica e institucionalizada, es un
daño contra toda la sociedad, y de la misma manera que se trata de aislar a los
individuos peligrosos, estos tipos deberían ser hacinados y puestos en
cuarentena, por una cuestión de seguridad nacional. Cuidado en el supermercado.