3 de mayo de 2011

Sabato, mucho para todos


Un joven con un libro de Sabato en la mano, El túnel, apuntó la cámara de su teléfono celular hacia el ataúd y gatilló una foto. “Te quiero, te quiero”, repetía en voz baja, mucho antes de que el salón se llenara y la gente aplaudiera.

Una de las cosas más profundas, claras y de agradecida memoria y sentimiento es la fuerte impresión que deja la primera lectura de un libro. Al terminar una novela puede ocurrir que cierras las tapas con idiferencia o aburrimiento, con desgana o con alivio. Pero esta impresión cuando un libro te marca permanecerá ligada a ti el resto de la vida, volviendo sobre él en el pensamiento, leyendo todo lo publicado por el mismo autor y las opiniones en enciclopedias e internet. Un libro que te abate es un vínculo eterno entre su sombra y tú, es un susurro en una noche gélida al oído de una mujer, es un secreto del alma que sólo puedes identificarlo y solamente tú sabes cuánto significa. Es de las sensaciones más auténticas que un lector lúcido y voraz puede experimentar, sólo comparable al éxtasis del amor, al sobrecogimiento ante una obra maestra cinematográfica, al estupor meloso de un disco que te recorre por dentro.
Conocí a Ernesto Sábato cuando los fantasmas estaban ahí. Un miedo, un demonio, una locura que habite dentro. El fantasma de un túnel inmenso y negro. Siempre que he vuelto sobre él fue a sabiendas. De los héroes y las tumbas. De Alejandra. De Martín. De Fernando Vidal Olmos. De Abbaddón y el mal. Ciertas cosas significan demasiado para uno y no pueden ser explicadas. Algo en nuestro cerebro nos identifica o nos obliga a temblar. Una partícula del alma se enciende de estupor y escalofrío. ¡Todo lo que signifia y no puedo escribir sobre ello! Sus personajes son muy complejos para mi humilde prosa, no para mi memoria ni mente. Alguien dijo tratando de arrojar luz ante el 'Informe sobre ciegos' que "no es mi intención realizar una crítica literaria, pues no podría encararla con la capacidad y la seriedad que Ernesto Sábato se merece". Lo robo y me lo aplico para mí. Algunos infiernos es mejor que permanezcan en el interior.