27 de abril de 2019

Trinchera y desencanto



Artículo publicado originalmente en La Nueva España.



Finaliza la tediosa y agobiante campaña electoral, y más allá de los debates en directo entre candidatos, con monologuistas teatralizados en exceso, el ambiente general de las algaradas políticas en España fue de un nivel rayano en lo grotesco. Una de las peores campañas, por bajeza y por cainismo, que se recuerdan.
Por una parte, individuos a los que alguien dio capacidad de decisión o alguna estrambótica portavocía, proclamando donde les dejaran sus verdades con el absoluto convencimiento del verdadero ignorante. Apelando a la multitud y al colectivo, tratando de catalogar al potencial elector por compartimentos estanco, como reses en una feria de ganado, y donde sólo una opción la suyaes la verdaderamente válida, incidiendo así en la política de la identidad.
El bipartidismo clásico es sustituido por cinco siglas contendientes, pero que conforman a su vez un par de bloques igualmente polarizados, con ese afán tan nuestro y que tan implantado tenemos en la sangre y en los siglos, de dividir a los españoles siempre en dos facciones, las que helaban el corazón de Machado y que casi un siglo después siguen dejando goyescas estampas, aunque se han sustituido los garrotes por los esputos en redes sociales o la pedrada a la cabeza amparándose en la masa cobarde.
Por otra parte, medios de comunicación ofreciendo con insistencia voz y pábulo a personajes culturalmente impresentables (quizá el caso más flagrante sea el de Gabriel Rufián) más propios de la farándula televisiva que de un vigoroso pensamiento estadista. Más cercanos al ‘Sálvame’ que al respeto intelectual a la ciudadanía.

El feminismo también fue usado como parapeto para la trinchera ideológica, con proselitistas del sectarismo y la burricie queriendo instrumentalizar a la mitad de la población, y así utilizarla como moneda de cambio en el voto socialista y comunista, cuando sólo en las democracias liberales de Occidente la mujer aspira a ser libre, con una más que alta posibilidad de disfrutar de la igualdad, la prosperidad y los derechos civiles, al contrario de lo que ocurre en esos países que los gerifaltes patrios del nacionalpopulismo tienen como ejemplo y espejo.
Un feminismo tan obsceno en sus contradicciones que es capaz de callar como muerto bajo las aguas cuando la atacada verbal o físicamente no entra dentro de sus delirantes parámetros de ideología, y por lo tanto, su condición de mujer desaparece ipso facto. Ahí están para atestiguarlo Inés Arrimadas, Cayetana Álvarez de Toledo, Maite Pagaza, las novias de los guardias civiles golpeadas en Alsasua y tantas otras.
También fueron jornadas marcadas por la inquina supremacista. Las imágenes de una jauría de descerebrados queriendo boicotear un acto en Rentería, o las de individuos enfermos de odio desinfectando las calles por las que transitó la comitiva de Ciudadanos en un pueblo de Cataluña, serán una perpetua marca lacerante de la vergüenza a quien pacte con ese nacionalismo violento, etnicista, intransigente y tan fuera de esa Constitución que los candidatos dicen defender. Y es que tuvimos que asistir al triste espectáculo, que ya se viene sucediendo demasiado en el tiempo, de la Universidad tomada por un ambiente censor y reaccionario, por los que se llaman así mismos, en una de esas piruetas verbales y aberraciones semánticas, “antifascistas”.
Años atrás, fue Rosa Díez la que vivió algo semejante en Madrid, orquestado su escrache por los cachorros totalitarios de lo que luego sería Podemos. Y esa gangrena tiránica se ha ido expandiendo por todo el territorio, especialmente en las comunidades donde el nacionalismo sigue siendo la fuerza dominante, y con el repunte lógico que se viene advirtiendo desde que el millonario líder de un partido chavista declarara esa ‘alerta antifascista’ que hizo caldear aún más los ánimos y movilizar a un absurdo rebaño proclive a la violencia, ejercida ésta por personas de inteligencia subnormal y poco aptos para el juicio reflexivo y racional.

El domingo hay una cita con las urnas. Unos acudirán enardecidos por esa firme determinación que otorga la militancia. Otros irán pesimistas, cabizbajos y escépticos, más por responsabilidad cívica que por convicción; y un gran número, que es creciente cada vez (las filas de los abstencionistas se nutren con los hijos del desencanto y el nihilismo) optará por quedarse en casa y no participar en lo que se suele llamar, imagino que son sorna, “la fiesta de la democracia”, sabiendo que al día siguiente, como la certeza de Philip Marlowe, todo sigue siendo triste, solitario y final.

17 de abril de 2019

Últimos reductos de barbarie



Mientras creíamos con absoluta ingenuidad que el esplendor del s.XXI nos aupó por fin al tren del progreso y al suave y armonioso toque civilizatorio de la normalidad democrática, lo cierto es que los hechos cada vez menos aislados nos recuerdan, con esa brutal bofetada de realidad que nos despierta de golpe, que los bárbaros de nuevo cuño pero ancestrales maneras están perfectamente establecidos tras el muro de Adriano, dispuestos a corromper desde dentro todo florecimiento de la razón.
La misma Constitución que permite que entren en el juego electoral grupos tan poco afines a la misma como ERC o Bildu, hace que estos hijos díscolos del 78 se revuelvan contra la democracia y sus representantes pero sin renunciar a los privilegios, y así servirse de ella, como esos parásitos que ponen sus larvas en el interior de determinados insectos, para, después de eclosionar, alimentarse del cuerpo aún vivo del huésped.
La campaña electoral y anteriores movilizaciones cívicas están dando lugar al lamentable espectáculo de representantes públicos y miembros de la sociedad civil teniendo que entrar o salir de pueblos y actos escoltados por las autoridades, para no ser agredidos por una especie de jauría enfurecida que va hiperventilando poco a poco al calor de la turba, y que se ampara en el rebaño que siempre es cerril y siempre es cobarde.

Cuando nos pensábamos a salvo de la barbarie incívica, renace un bastión de cafres que aún resiste a la pluralidad de ideas y es incapaz de soportar, en su exigua mentalidad abarrotada de idiocia, la mera presencia de un pensamiento que contradiga su dogma nacionalpopulista.
Este tóxico se ha adueñado de lugares como la Universidad, que antes eran escaparate y atalaya de debate intelectual y donde ya sólo sobreviven la inquina sectaria y la conversión del estudiante individualista en colectivo uniforme y despersonalizado; y de localidades donde, a la vista de la ética y la estética, parece que sigue presente la endogámica unión entre consanguíneos.

Las imágenes son diáfanas y escalofriantes: todo lo que muestran como formas de rechazo a la democracia son irreproducibles berridos, gestos simiescos, la necesidad primaria de regurgitar odio, escupitajos y otras incontinencias fisiológicas. Intentando expulsar de los límites de sus fortines étnicos, erguidos como un monumento al cretinismo, a todo el que no sea fácilmente identificable con la tribu, ésa que ha desarrollado diferentes y violentas variantes del veneno nacionalista que Sabino inoculó hace más de un siglo en la sociedad, y que en lugares como Rentería, que parecen ateridos en el tiempo de las ideas, la inmunidad a este tóxico tarda en desarrollarse.
Son pueblos embrutecidos que siguen congelados en el tiempo, vestigios de otra era, como si el carlismo y la xenofobia de los hermanos Arana viviera imperturbable al paso de los sucesivos pensamientos ilustrados, liberales y democráticos.

Y así, la mayoría de sus habitantes siguen injuriando toda novedad fuera del clan, y se exhiben vocingleros, podridos de ignorancia y atemorizados ante la presencia amenazante de constitucionalistas, de los que dicen que van “a provocar” y ante los que se sienten impotentes porque antes, al menos, les quedaba el consuelo de poder matarlos. O de que otros lo hicieran por ellos.
Las ideas en libertad les parecen provocadoras, desafían los corsés de su intelecto embrutecido y limitado, igual que era una intolerable provocación que algunos advenedizos fueran a declarar que el Sol no era el centro del universo o que la sangre corría por las venas.

Hoy como entonces, frente a los gritos rabiosos de la intolerancia, el mesurado pero inabarcable susurro de libertad.

7 de abril de 2019

Intereconomía el viernes 5 de abril



"Si las medidas del PSOE funcionaran, los países socialistas serían el paraíso en la tierra, un ejemplo de prosperidad, de trabajo y de libertad". "El lenguaje inclusivo hace daño al oído. Es la demagogia populista". "Se trata de estigmatizar a la Policía y a la Guardia civil, que han sido los que han puesto los muertos en la lucha contra el terrorismo". "No se puede poner en la misma balanza a una banda de analfabetos homicidas y a los Cuerpos y Fuerzas de seguridad del Estado". "La izquierda abertzale es la heredera del aransimo etnicista y la xenofobia del Rh negativo". "Al País Vasco le sigue llegando dinero y competencias que son nueces ensangrentadas". "Otegi es abordado en las calles de Barcelona para hacerse fotos con él como si fuera Bruce Springsteen, y eso es por el blanqueo que se hace desde determinados medios". "Qué bajo hemos caído en las políticas institucionales para que tenga capacidad de decisión alguien de la talla intelectual y moral de Rufián".