19 de agosto de 2019

Progresía y deriva reaccionaria

Artículo publicado originalmente en La Nueva España







De un tiempo a esta parte vengo observando, con curiosidad antropológica, el complejo proceso mental que lleva a los autodenominados progresistas a esa especie de desorden en la coherencia de sus inverosímiles pensamientos y acciones. Y en la mayoría de los individuos, sometidos clandestinamente a mi particular estudio, hay una fascinante mezcla de hipocresía, demagogia, oportunismo y carencias culturales.
Como las grandes ideologías han quedado poco a poco sepultadas por las interpretaciones de este siglo que se asoma ya al final de su segunda década, el campo de batalla de las ideas tiene otros frentes abiertos, aunque los objetivos últimos, que son el control de las masas y la manipulación del pensamiento, permanecen inalterables. 


La primera constatación es que, en un país donde todos deberíamos considerarnos libres e iguales, los reaccionarios miopes ensalzan la desigualdad territorial como una conquista del progreso, y bendicen con su actitud la continuidad del negocio identitario, pues abrevan sus nostalgias en esos otros nacionalismos en miniatura como una réplica romántica a la imposición nacional de rojigualdas maneras. Dejando libre su hispanofobia, se ven los progres capacitados incluso para una sana equidistancia entre víctimas y verdugos en cuestión de terrorismo. Se lavan las manos, hasta el punto que lavan también las de aquellos que las tienen manchadas de sangre.
Hay también un paulatino deterioro del Estado de derecho en materia de justicia, y se puede observar en los casos más mediáticos, donde el veredicto de la masa, siempre desde la víscera y el atavismo, trata de prevalecer sobre el del sistema judicial. Evidenciando así una sociedad de incompetentes intelectuales que, incapacitados para pensar, están preparados para embestir. Creyendo que los berridos en las calles pueden condicionar las decisiones de las salas de los tribunales.
Se crean además delirantes palabros nuevos como “micromachismos” pero se justifican o comprenden, casi entendiendo sus motivaciones, las agresiones e insultos a mujeres que no casen con el prototipo de socialista estabulada en las granjas ideológicas del pensamiento parcela, siempre dogmático y con intereses pecuniarios. De esta manera se intensifica el sentido de pertenencia al grupo, y todo el que tenga una visión ligeramente discrepante queda ipso facto fuera de la comunidad, y es merecedor de las más diversas injurias y agravios, pues en el carajal progre se castiga con fruición la libertad de pensamiento.


Otro síntoma palmario es la cínica superioridad moral que profesan individuos autocomplacientes que creen ver fascismo hasta en las cosas más inocuas, y manifiestan su propia y sesgada interpretación de nuestra salvaje Guerra Civil, pero son incapaces de condenar o de solidarizarse con los habitantes de otros países que a día de hoy siguen padeciendo tiranías espantosas y regímenes autoritarios y represores. Los derechos humanos son moldeables y elásticos según el color de la bota que los aplasta.

Como las libertades están cada vez más aprisionadas, y expresar una opinión que se salga de la secta partidista se castiga con el linchamiento digital y el consiguiente escarnio, es lógico que muchas personas prefieran mantener un perfil bajo y no meterse en jardines, no vayan a cercenar la primavera. Pero el deber ciudadano y de la sociedad civil es denunciar cualquier atropello a los derechos, así como confrontar los afanes totalitarios y las vocaciones censoras de una parte intransigente y crispada, que trata de imponer una única visión de las cosas. Por fortuna, cada vez son más las voces que están emergiendo para señalar lo que se expresa en estas líneas: que es urgente no permanecer impasible ante la deriva siniestra que ensombrece el verdadero progreso.

7 de agosto de 2019

Los homenajes a etarras y la pasividad cómplice del Gobierno.

En esta recopilación, hablo de un Gobierno que negocia con Bildu, la naturaleza del etnicismo vasco y del nacionalismo catalán, o de cómo los totalitarios van copando todos los espacios públicos y el pensamiento único, entre otros asuntos.



Los debates de investidura y otros esperpentos


Hay bestias iracundas que no están preparadas para vivir en democracia

"Hay quienes están creando un caldo de cultivo para la violencia, que están detrás, moviendo los hilos, pastoreando el rebaño".

Declaraciones sobre la violencia en la fiesta del Orgullo 2019.



Las manadas, Carmen Calvo y el feminismo sectario

Análisis de cómo los medios hacen de altavoz para la indignación popular en "manadas" concretas y a la vez silencian otros casos según interese o no, con la complicidad de las asociaciones feministas,
También, un dislate recopilatorio de declaraciones de Carmen Calvo, incluido su último y famoso "No, bonita".