11 de febrero de 2016

El silencio de las "micro"





Al principio creí que se me había pasado, típico despiste de una noticia que te saltas o pasas de largo en el periódico sin darte cuenta. Es raro, porque aunque me gusta leer la prensa de papel, la de toda la vida, la que deja restos de tinta en los dedos y no quema los ojos por la pantalla en un artículo largo, también echo un vistazo a las noticias digitales y a las que se comparten en redes sociales.
Y busqué y busqué en balde, desconcertado. Cómo puede ser que éstas, pensé, que tanto braman por cualquier bobada, que tan comprometidas están, dicen, por los derechos de las mujeres, por la supuesta igualdad y todo eso que defienden, callen miserablemente ante semejantes actos. Pero resulta que no, que claro, las que aquí hacen de la bandera del feminismo radical motivo de medre, de subvención y de paguita oficial no habían organizado ni una manifestación, ni un comunicado, ni un acto, ni una puta nota de condena, a las agresiones en masa sufridas por más de un centenar de mujeres en Colonia (robos y agresiones sexuales, incluida una violación) y extendidas por otras ciudades de Alemania y parte de localidades europeas.
Agresiones llevadas a cabo por los que provienen de culturas que realmente desprecian a las mujeres, las vejan, las tratan, en muchos casos, peor que animales, donde las palabras libertad y democracia no casan bien con gobiernos teocráticos de mentalidad medieval, y donde los velos, los burkas y las lapidaciones agreden a diario la dignidad de las mujeres.
Claro, los ataques fueron realizados por refugiados musulmanes, y ahí hay que cogérsela con papel de fumar. No vaya a ser, por dios, que a uno lo tachen de xenófobo, de intolerante, de racista o de islamófobo, etiquetas fáciles para arrojar impunemente a cualquier que no se sume feliz a los movimientos estúpidos del momento políticamente correcto. Y con eso no se hacen programas de televisión.
Como si no hubiera algo más necesario que defender los valores que forjaron un continente, a base de muchos siglos de partirse el lomo entre dos visiones distintas del mundo, manteniendo a raya, más allá de las fronteras, al fanatismo y a la barbarie, y que aquí también tuvimos que sacudirnos no sin esfuerzo, de las cadenas de los confesionarios y la oscuridad cerrada de las sacristías a golpe de Concilio. Al final resulta que las revoluciones, la Ilustración, el progreso o los cimientos del Estado moderno se hicieron en balde, que lo que cuenta es sonreír y callar, decir, aquí no ha pasado nada, seamos tolerantes con los bárbaros.
No se dan cuenta, estas señoritas, que la libertad de la que ahora disfrutan en Occidente, con sus problemas incluidos, no sería posible si se expandieran las pretensiones de los lectores del Corán, que sus derechos siquiera como personas iban a ponerse en grave entredicho de producirse una masificación de ciudadanos musulmanes con su particular visión de las políticas de género.
Luego veo que hay en la web de eldiario.es (donde tienen en nómina a gente que escribe con seudónimo y que han hecho de la demagogia y el disparate su modo de vida) un vídeo sobre el machismo. Bueno, ellos lo llaman micromachismo, que es algo así como la ablación del clítoris pero en pequeños pasos, me imagino. Y digo, bien, esto tiene que ser, habrá un vídeo con un montón de mujeres españolas (occidentales) manifestando su apoyo a las agredidas y su más absoluta repulsa a la imposición islámica, hablando de la necesidad de concienciarse y hacer un frente común, diciendo a los musulmanes que si quieren venir aquí que se atengan a las reglas cívicas, que el entendimiento es posible siempre que haya una voluntad de convivencia, y que en Europa no está permitido violar, ni se agrede, por llevar falda, por ir maquillada o por salir por la noche; y resulta que no, que es un vídeo con un montón de pijadas. Y de lo otro, pues ya se sabe, qué os voy a contar: ni una palabra.