17 de marzo de 2023

ETA nunca exisitó




Artículo publicado originalmente en La Nueva España

Fue inolvidable para todo el que lo viera: ceño fruncido, solemnidad de las grandes ocasiones, manitas en triángulo que algún asesor de comunicación le dijo que tenía que poner así, ojos centelleantes que albergan mucha tormenta psicológica, discurso retenido. Y lo suelta: “Hijo, hijas e hijes”. Irene Montero, la ministra zodiacal, dejando la lengua española por los suelos, apaleada en la sede de la soberanía nacional. Y le dio exactamente igual. De hecho se defendió, enojada, ante los murmullos incesantes. 

Considera la líder de Igualdad que el idioma y su sintaxis son algo que se puede destrozar a capricho de los delirios ideológicos del momento. Una lengua permeable y desechable, un juguete político que sirva para señalar: “Usted no usa el lenguaje inclusivo porque es fascista”. Algo así llegará.
Montero no sólo machaca con el martillo pilón del absurdo y ridículo desdoblamiento de género, que únicamente utilizan de manera impostada los políticos demagogos y algún comunicador cantamañanas, es que además directamente se inventa palabras porque considera que su causa, la que sea, está por encima del idioma español, que tiene que ser supeditado al dogma.
Un idioma que pueda entrar en un programa electoral. No existen más reglas ortográficas que las de la tribu, la posmodernidad galopante se nutre de todo un conglomerado de sectarios descerebrados y analfabetos funcionales, orgullosos de una ignorancia que esclaviza. 

Edu Galán, un autor y supuesto cómico, llamó gañanes en Twitter a los que usan la frase “Que te vote Txapote” como forma de protesta, y los acusó de faltar al respeto. “ETA ya no existe”, añadió. Tiene razón en que la banda y su entorno son inexistentes para los que blanquean la gestión de Pedro Sánchez y su amancebamiento con los legatarios de ETA, y así vender a la opinión pública que se trata de pactos tolerables, naturales.
Para los Galán que en el panorama hay, la falta de respeto es decir “Que te vote Txapote” (más una posibilidad que un lema) y no que los presupuestos dependan del partido de Otegi o la excarcelación de asesinos múltiples, que luego son recibidos como héroes de la patria en los Ongi Etorri, ante la pasividad de Fiscalía y Ministerio de Interior. 

Con Bildu como andamiaje del autodenominado gobierno más progresista de la historia no interesa un ejercicio real de memoria reciente, pues la depuración analítica de la historia del terrorismo señalaría a fanáticos criminales que se dejaron llevar por delirios reaccionarios, teorías etnonacionalistas que van desde lo genético, la xenofobia y los desmadres tribales. Un nacionalismo jesuítico que engendró catetos y racistas con pistola, y que han conseguido domar sus instintos homicidas a cambio de ganancias políticas y peso en la toma de decisiones.
ETA
era una ideología armada. Han callado las armas, pero permanece la ideología. Eso es lo que conviene explicar y que los izquierdistas del todo a cien logren entender.

Para ellos, les viene mejor olvidar lo que fueron, obviar lo que son. Que pasemos página y dejemos correr los más de 300 asesinatos sin resolver, para no destacar que existe nula colaboración con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad porque quienes podrían hacerlo están legitimados en las instituciones.
“¡Que te vote Txapote!”, es un grito de indignación, la rabia canalizada de cualquier ciudadano, algo que endosar a la cara de Sánchez o de sus secuaces, una exclamación que tiene carácter simbólico de esputo. 

Con una falsa progresía que ha adoptado las consignas del populismo identitario, es normal traten de cerrar filas contra cualquier movimiento ciudadano contestatario. Buscan el pragmatismo y asegurar las lentejas, pues contra la ultraderecha viven mejor. Si la nueva izquierda se dedica a limpiar los zapatos a la nueva versión de Batasuna, para tal menester no hace falta ir de modernos, de feministas o de graciosos.
La izquierda histérica y acientífica que representa Montero y su cuadrilla, y que acepta como compañeros de viaje a golpistas de ensoñaciones esteladas, es una izquierda tan alejada de los valores del humanismo liberal que provoca tanto rechazo como vergüenza ajena.

ETA ya no existe, repiten de manera oficiosa, pero lo que de verdad desearían implantar es el relato de que ETA nunca existió. Un invento del tardofranquismo, algo que provocó, como mucho, dolor “de un lado y de otro”.
A este tipo de interesados equidistantes, los que nunca resaltan que la banda no ha entregado las armas y sigue la presión social y las ideas totalitarias en el País Vasco, donde la presencia de los abertzales es mayor que nunca, Fernando Savater los calificó como “peste porcina moral”. Viendo las trazas y el discurso de los que simpatizan con las desaconsejables compañías de Bildu, parece una definición de lo más acertada, en lo ético y lo estético.