27 de septiembre de 2009

Dañino



Existen películas donde el amor es dañino, agrede, no se controlan los instintos y revela facetas inimaginables, cuando la figura de esa necesidad se desborda inconteniblemente, o los sentimientos acaban en tragedia, donde permanece esa sensación.
Estas son cintas que reniegan de las blandegues produciones de amoríos adolescentes para lágrima viva de chicas que van de sensibles.
Películas que marcan perdurablemente si la identificación es extrema, que no entiende del falso pudor, que desencadena oscuras perversiones o dolores del alma más allá de lo imaginable.
Amores casi siempre marcados por un triángulo amoroso, que es lo que lleva a la amargura y la rabia de sensaciones cruzadas. De mujeres que eligen la seguridad y la estabilidad a sus desaforadas e incendiarias pasiones. Y es que en el cine como en la vida el amante del que se está enamorado tiene todas las de perder frente a una sumisa relación sin altibajos.
Rompen los tópicos y provocan escalofríos. El cine está prácticamente plagado de historias de amor, pero ningunas tan duras e intensas como estas.
Es el cine que pertenece inamoviblemente a nuestra alma, que daña y consuela, que penetra en los sentidos y nos lleva a otra dimensión más allá del séptimo arte.
'El último tango en París' es una cinta donde el amor desesperado se canaliza en una pasión tan intensa como destructiva, pero ¿quién no desearía quererse como ellos? Marlon Brando y María Schenider, personajes al borde del abismo, se citan en un destartalado piso donde dan rienda suelta a sus fantasías sexuales.
El personaje de Brando, en una interpretación más allá del elogio, es un completo perdedor. No tiene apenas recuerdos agradables de su infancia, su mujer tenia un amante y después se suicidó, su única vía de escape a la realidad son esos encuentros sin nombre con su joven amante, donde el sexo y la frustración se dan la mano para encontrar respuestas que van más allá del placer erótico imaginable, y la espiral que vive en ese piso le conduce hacia su trágico final, cuando la presa de ese inmenso deseo se le escapa, cuando elige el camino fácil de la vida cómoda antes de ese desbordamiento de sentimientos sin nada que ofrecer, la estabilidad de alguien de quien no está enamorada antes de una relación de incierto futuro. Una película tan terrible como real, que no censura nada, donde la pasión es tan latente que desespera, como sus personajes, encerrados en un deseo mortal como salida a unas existencias vacías, de dos seres que encontraron el amor en las peores circunstancias y sin posibilidad de éxito.
'Lo importante es amar' no es una cinta al uso, es una película que en un principio extraña, con una peculiar forma expresiva, con la extravagancia del mundo que relfeja, que en un primer momento desconcierta, antes de captar la profundidad de tres personajes que huyen de la realidad de la vida, aislados en sus mundos interiores, rechazando dar rienda a sus sentimientos, un romanticismo desaforado tan sórdido como todo lo que les rodea. Nunca un rostro de mujer como el de Romy Schneider reflejó tanta amargura, tanta tristeza y tanta derrota interna. Cada leve sonrisa es un mazazo directo a las entrañas, traspasando la pantalla, en un personaje que sospecho tiene demasiado de sí misma.
El suicidio de Jacques Dutroc fue una de las cosas que más me ha golpeado frente a una pantalla, así como el estremecedor “te quiero” que confiesa Romy al cuerpo destrozado y apaleado de Fabio Testi. Hasta hace excaso tiempo no se había editado en dvd en España, pero ya se puede disfrutar de la versión original en francés con subtítulos.
El patetismo y el hieratismo del rostro del protagonista de 'Un corazón en invierno' llega a poner de los nervios, cuando parece no querer asumir sus sentimientos, provocando la desesperación de Emmanuelle Béart que pierde la compostura en un restaurante al reventar una relación sólida por la atracción que siente hacia el silencioso socio de su novio.
En 'Rompiendo las olas', ese terrible relato de Lars Von Trier, un enfermo privado de andar da cabida a sus perversiones sexuales a través de su inocente y desequilibrada mujer.
Todo es tragedia y muerte en la desconsolada historia de los amantes que protagonizan 'Carta de una desconocida', en un ejercicio de cine que ha pasado a la historia.
También Bogart está inmenso en su violento personaje enamorado de 'En un lugar solitario', condenado al fracaso por carácter y los malentendidos. Su figura perdiéndose en la noche admitiendo la derrota siempre me provoca tremendas sensaciones, así como su cara observando el avión que despega en 'Casablanca'.
Desesperado es también el amor que siente James Cagney en 'Los violentos años veinte', el de Warren Oates de 'Quiero la cabeza de Alfredo García' y la lluvia que cae sobre las lágrimas de Eastwood en 'Los puentes de Madison'. Nunca un amor tan verdadero fue tan inapropiado. Igual que el de 'Breve encuentro'. Imborrable y dañino es el recuerdo del amante muerto de Angelica Huston en 'Dublineses'.
Los protagonistas de 'El buscavidas' son perdedores al borde del camino, que se encuentren porque se necesitan, y aunque el destino de la pobre coja ya estaba escrito por su soledad y alcoholismo, Paul Newman le da el empujón final para el suicidio. Una imagen que le perseguirá siempre a Eddie Felson, aunque ganara al gordo de Minnesota, y en su historia no podrá volver a pisar una sala de billar. El buscavidas es una de las películas de mi vida, una obra maestra a la que se regresa siempre en los momentos de impagable tristeza.
Bordea la locura Natalie Wood en 'Esplendor en la hierba', un amor trastocado por los impedimentos e intransigencias sociales que cierra con unos versos preciosos llenos de nostalgia y esperanza.
La mujer de James Stewart siempre estará enamorada de El hombre que mató a Liberty Valance, del rudo y arcaico John Wayne que representaba los valores del antiguo oeste, acosado por la llegada del ferrocarril y los hombres de ley que prefieren los libros al revólver para solucionar sus problemas. Un western crepuscular que firma el maestro John Ford, donde la imagen de Wayne quemando la casa donde había depositado sus esperanzas de futuro es el testimonio desolador de la resignación de un personaje que cede la gloria y el amor de su vida a los nuevos tiempos que representa Stewart.
La traición no ofrece excusas para Newman en 'Veredicto final', cuando ya se siente triunfador reniega de una mujer que le puede causar problemas, que sí le engañó una vez podría volver a hacerlo. Un final de película impresionante, como casi siempre en Sydney Lumet.
Matt Damon en 'El indomable Will Hunting' reconoce finalmente su amor y se escapa en busca de esa mujer amada. Un buen ejemplo final para terminar con un repaso a películas donde los protagonistas son demasiado desgraciados o cobardes para afrontar sus propios sentimientos,mirarse cara a cara a uno mismo al fin, y renuncian al dañino amor verdadero por su peligro, por el miedo de asumir todo lo que de verdad les supera como un vaso al límite, como un torrente de puro amor.

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