2 de abril de 2011

La venganza y el perdón empiezan en la infancia


Llega a las salas de España con el caché de ser la ganadora del Oscar a mejor película extranjera, y con la referencia de estar firmada por Susanne Bier, la directora de la intensa Cosas que perdimos en el fuego; pero En un mundo mejor no arrasará en taquilla, porque es ese agradecido cine sin artificios, no sigue los postulados de la posmodernidad (tan incapaces de crear algo que sobreviva al tiempo) y no recurre a efectos especiales para suplir las carencias de una historia sin alma. Y sí dejará poso en la memoria de aficionados sin pretensiones que saben del buen cine, los matices, y dónde hay que ir para encontrarlo, además de sentir la historia que está debajo de las historias.
La película danesa, entre trágica y filosófica, plantea más preguntas de las que señala a primera vista, reflexiona sobre nuestra posición en el mundo y la imposición de poder utilizando a varios personajes atrapados en miradas silenciosas que callan e intuyen, en debilidad, heridas mal cerradas, atracción por el vacío, impulso de saltar, rendiciones y traumas no superados. También indaga sobre ese perdón, el mas duro de conceder, que es a uno mismo.
Mira desde los ojos de la infancia para ver el origen de la violencia y su natural desarrollo en instituciones educativas (como hizo la sueca Ondskan), el cruel instinto que empuja a los (que se creen) más fuertes a macachar a quien puede y a quien se deja, la necesidad de éstos de imponer el territorio y el respeto desde la niñez y adolescencia para no ser toda la vida un aplastado.
Y el padre que intenta llegar a su hijo pero se siente impotente ante el difícil universo de la etapa más complicada. Y la mirada adulta que trata de demostrar la forma de vencer con la superioridad moral, aunque su refugio se encuentre en otro continente huyendo de sus fracasos y pecados, y cede ante la certeza de que sólo la propia medicina es útil contra el tirano, traicionando todo en lo que creía. Pues es la presencia del matón en todos los ámbitos lo que señala la historia, ya sea el abusón de patio de colegio, el mecánico impresentable y macarra o el jefecillo de una tercermundista zona de África.
Muchas cosas separan a la galardonada cinta de lo que podría ser un melodrama familiar más, a lo que es, una obra mayor. El tono pausado, reflexivo, pero intenso y esa sensación de algo a punto de ocurrir. La forma de actuar y sus consecuencias son lo más revelador de 'En un mundo mejor', el estar influido por el dolor, o el ansia de reivindicarse delante de un amigo al que admiras, la propia redención, buscar la culpa en los otros, canalizar el odio, ese lastre que nos empuja hacia el pasado y agarrota nuestro presente, y que unido a la tendencia de los matones del día a día y la continuada imposicón de unos sobre otros se convierte en una bomba a punto de estallar.

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