8 de diciembre de 2018

No saben lo que hacen


Artículo publicado originalmente en La Nueva España




Cuando el Gobierno de Torra, debilitado por la fragmentación de sus socios, corría peligro de caer, llegó la delegación catalana de Podemos y les ofreció una mano amiga para salvar la legislatura. Es curioso comprobar de forma permanente que, los que se dicen “La Gente” suelen estar siempre tan cercanos sólo a la “gente” que es nacionalista, y así, a tantos ciudadanos la revolución de las sonrisas congela la sangre y borra el rictus alegre de los labios. Por esa tendencia de ponerse siempre del lado de los que desprecian al diferente (el nacionalismo, al fin y al cabo, se trata siempre de eso) y no se ocultan para ofrecer un salvavidas a un racista tarugo como el Presidente de la Generalidad.
Se conoce que siempre hicieron buenas migas con los xenófobos del etnicismo, ya mucho antes de que la Presidenta del Parlamento de Navarra estuviera de amena charla con El carnicero de Mondragón, que hizo su propia revolución de corazones coloridos asesinando a 17 personas.
De Podemos, la intuición dice que compadrean con estos movimientos separatistas por una simple cuestión de un denominador común: la hispanofobia. Parece lógico que ellos, politólogos acreditados, sepan de sobra que la hispanofobia carece de matices y es siempre unidireccional, obtusa, corrupta, excluyente y previsible, y que remar con el que llama a los españoles “bestias con tara en el ADN” no les va a generar muchas simpatías entre la ciudadanía de a pie; pero para el partido morado hay algo más importante y es que, como han venido a reventar el orden constitucional y, si pueden, el Estado de Derecho, pues los enemigos de mis enemigos son mis camaradas. Es la política, amigo.
Pero esas amistades peligrosas, y sus cachorros parafascistas de los CDR, están amedrentando, usando la violencia, atacando a españoles no nacionalistas por todo el territorio catalán. No se libran ni los comercios, ni los políticos constitucionalistas (a los que directamente escupen), ni los ciudadanos comunes. Ver que arremeten al grito de “Putos españoles” estremece al pensar si son conscientes de lo que significa España y de quién la forma. O de quién la defiende.

 Realmente, no saben de lo que están hablando, o dónde se están metiendo. No es que suene a amenaza o a ruido de sables, es que esta gente que dio un golpe de Estado y fue a participar en un referéndum ilegal que había sido explícitamente prohibido, se quejaron y lloraron como plañideras desesperadas por cuatro empujones y unos desalojos de colegio. Exagerando sus consecuencias, aumentando hasta el disparate el número de heridos y haciendo el ridículo internacionalmente. Eso sin que hayan intervenido las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad más que de manera superficial, y sin presencia alguna del Ejército. Por eso pienso que, cuando dicen lo de “Españoles de mierda” y actúan con ese desprecio, ignoran realmente que enfrente, para salvaguardar los derechos de esos españoles a los que odian, hay una Policía y una Guardia Civil muy preparada y altamente eficaz, y unas Fuerzas Armadas profesionales con una cualificación que nunca ha sido puesta en entredicho.

Si nos ponemos más rotundos, estos que creen que van a poner de rodillas al país mientras se inventan su propia historia, seguramente están pasando por alto que quieren someter a los ciudadanos de una nación que conquistó un mundo, que forjó una fama de infantería aguerrida e invencible por los campos de Europa y que siempre ha sido belicosa y decidida en la defensa de todo lo que creía. Que frenó en Cartagena de Indias a la mayor flota naval movilizada hasta el desembarco de Normandía y le paró los pies al emperador más ambicioso desde Carlomagno, echando a los franceses de su tierra. Que nunca ha claudicado sin pelear antes, incluso sólo querían “hablar de rendición después de muertos”. Quieren vencer, con dirigentes que huyen como conejos al extranjero cuando tienen la oportunidad, a los que hicieron que el laureado Nelson, con toda su fama y su altísima estatua en el centro de Londres, volviera de Trafalgar en una caja.
Por eso, no creo que, llegado el momento de hacer frente de verdad a la amenaza separatista, los españoles perdonen a los del partido morado aliarse con los traidores. No es de recibo venderse a los enemigos, y eso lo sabemos ya desde Viriato. Y los otros, los que destilan odio y agresividad en Cataluña pensando que tienen la sartén por el mango y el monopolio de la violencia, pues eso, que no saben lo que hacen.

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