4 de septiembre de 2009

Pobre España



El 3 de septiembre de 1939, hace 70 años, Gran Bretaña y Francia declaraban la guerra a la Alemania de Hitler, tras la invasión de Polonia y previamente de Austria, Renania, parte de Lituania y los Sudetes, dando inicio así a la II Guerra Mundial. Por aquél entonces el inicio de la guerra era el resultado esperado del ascenso de los fascismos en Europa, que habían tenido su antecesor en España, cuya democracia había sido destruida por Franco. El caudillo se frotaba las manos con esta iniciativa germana e italiana de dar palos por doquier para instalar regímenes totalitarios y adoptaba las posturas ideológicas de estas dos potencias, entablando amistad con sus dos líderes aunque no se encontraba en disposición de entrar en la contienda. Pese a todo, un grupo de voluntarios españoles, conocidos como La división azul, se alistó con los nazis para participar en el frente ruso. Antes nuestro país ya había sufrido el azote del nazismo con la participación abierta de tropas fascistas italianas a favor de los nacionales y la destrucción de Guernica por la aviación Nazi.
Cuando las cosas resultaron desfavorables para los países del eje, Franco cambió de sistema y pasó de una ideología abiertamente fascista a centrar su política en el nacional catolicismo y el anti-comunismo, y así ganarse la simpatía de otros países que, como Estados unidos, luchaban contra el comunismo.
Por eso, desaprovechada la oportunidad de derrocar al régimen español también tras la derrota del fascismo, Eisenhower viajó a España para verse con el Generalísimo y estrechar lazos. De esta manera nos convertíamos en una dictadura poco problemática en el ámbito internacional y que pasaba prácticamente desapercibida, con el mundo librando la tensa batalla entre el bloque capitalista y el bloque soviético.
Tras la caída de la URSS, el mundo occidental siguió avanzando y ahí quedó la pobre España atrás, aislada, retraso que aún estamos pagando, con una dictadura absudra en plenos años 70. La libertas por fin llegó, las películas se vieron sin censura y los periódicos expresaban su opinión libremente, eran las primeras elecciones, y fueron a la vuelta de la esquina prácticamente, por eso nuestra democracia es tan débil y tan de risa. Eso que le debemos al caudillo, el honorable católico, uno de los mayores asesinos de la historia de nuestro país, que gobernó hasta que murió tras una larga agonía, dicen que ahogado en su propia sangre. Tal vez exista la justicia divina.

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