22 de enero de 2011

La muerte según Eastwood


El Clint Eastwood director comenzó con los tics de sus mentores y weterns de baja calidad como Infierno de cobardes y El jinete pálido. El Eastwood tras la cámara de los primeros años se identifica con películas tipo El fuera de la ley o Ruta suicida, tiros y testosterona con todas las influencias de Don Siegel y Sergio Leone. El Eastwood en meritorio proceso comienza con Bird y alcanza un punto glorioso en Sin Perdón, para llegar a la perfección más memorable en Million Dollar Baby.
En ese sentido, se podría decir que con Más allá de la vida tenemos al Eastwood más maduro, más lúcido y veterano que sabe lo que quiere y cómo tiene que rodarlo, amén de un excelente manejo de la cámara del que dejaría constancia en la mediocre Invictus. Se acabaron los tiros y los gestos de Harry El sucio, impera el clasicismo y la sobriedad, un guión pulido y algún detalle llevado con excelente sutileza. En las escenas con los progaonistas franceses apuesta incluso por los tan poco comerciales subtítulos.
'Más allá de la vida' comienza con el tsunami el sudeste asiático rodado realista, perfecto e impactante, sin especiales magnificencias (no es 2012 o El día de mañana) y es la única concesión al puro espéctaculo, a las escenas trepidantes. Luego el rodaje pausado y añejo del director presenta a unos personajes marcados de alguna forma y que llegarán a encontrarse en un punto de sus caminos y por diferentes motivos, cual guión de Arriaga; aunque el desenlace al juntarse las historias y el final pueden dejar un poco frío, esperando algo más.
No son los muertos el tema de la película sino el duro mundo de los vivos, las secuelas tras la pérdida, la descorazonadora certeza de que nada volverá a ser igual, la realidad a la que se enfrentan las personas que han estado próximas a la muerte o han sufrido la de alguien cercano.
Y el guión deja abierta las puertas y plantea todas las posibilidades sin mojarse en ninguna respuesta. Uno de los grandes aciertos de la película es que no indaga en rodar las escenas de lo contactos, sino que deja que sea el protagonistas (Matt Damon) el que los cuente. Sin fantasías sobrenaturales hipotéticas ni imaginarias (uno tiembla al pensar este mismo material en manos de un director modernillo e histriónico, tipo Tim Burton, con los previsibles y habituales hilarantes y cochambrosos resultados) que contrarrestaran con el tono serio del filme, Más allá de la vida habla de los oscuros secretos del pasado que se fueron con cada uno, de últimos mensajes de amor y esperanza, de los celos y el miedo. Con un toque en cada plano que cubre la película de un aura especial, Eastwood sabe mostrar, por ejemplo, erotismo en una clase de cocina (los adictos a las series podrán ver como chef a Steve R. Schirripa, Bobby Bacala en Los Soprano) o conflictos religioso y de libertad (la escena de la gorra en clase con la niña musulmana en un espacio del plano es de las cosas más sutiles y perfectas). No alcanza a sus grandes obras maestras pero Don Clint pone en las carteleras una película que está muy por encima de las demás en proyección.
No es benevolente ni demagoga, se cuida para mostrar todos los farsantes e impostores que pueblan el mundo de la parapsicología con un toque de humor y en no meter en ningún momento connotaciones religiosas de por medio, sino a un hombre perseguido por su don o maldición, con el constante acoso de personas que tienen la necesidad de saber, o la paciente actitud de un niño movido por el amor a su hermano, la atracción por una escritora que prefiere publicar sobre lo que le llena y le conmueve y no sobre lo pragmático, y la extraña coincidencia y lazos del destino que hace que a partir de la muerte y sus aristas se pueda encontrar el amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario