12 de febrero de 2011

Valor de western


Cuando Barbra Streisand salió al escenario y anunció el nombre del ganador al Óscar como mejor actor principal de 1970 a John Wayne por su interpretación en Valor de ley, se cerraba un ciclo de justicia de la academia con una de sus más grandes leyendas, y 'El Duke' se mostraba visiblemente emocionado por el galardón en uno de sus últimos papeles. Habían pasado más de treinta años desde aquella mítica aparición de Ringo Kid deteniendo La Diligencia, y algunas cosas cambiaron en el western durante ese tiempo. Ya había aparecido Peckinpah a finales de los 60 y sus visiones violentas y trangresoras, John Ford había rodado aquella obra maestra crepuscular y melancólica llamada El hombre que mató a Liberty Valance y el mercado empezaba a demandar otro tipo de productos.
Cuatro décadas después, los hermanos Coen rescatan del armario aquella película de Henry Hathaway que encumbró por fin a Wayne y ponen en su piel y en su parche a otro actor estrella y carismático de nuestro tiempo: Jeff Bridges, que, paradojas del destino, opta también a la estatuilla por un mismo título.
Al darse a conocer que los Coen iban a estrenar un remake de 'Valor de Ley', me puse a temblar pues podía tratarse de una adaptación con su particular punto de vista y un toque caracterísitco de su cine que pudiera desajustar la obra primera, la novela, o algún otro pasote salido de madre al estilo El gran Lebowski o la excesiva y extraña  Un tipo serio; o por el contrario, algo más parecido a otra adaptación de novela, No es país para viejos, que tiene aroma de western moderno en ese viaje de extensos desiertos y asesinos implacables.
'Valor de ley' está más cerca de la segunda. El clasicismo impera en todo el metraje, se ajusta a los pilares y las líneas principales de la cinta original. Bridges está adictivo y estupendo, y se hace más hincapié en el personaje y la fuerza moral de la niña (la maravillosa cría Hailee Steinfeld, candidata al Óscar como actriz de reparto aunque es claramente protagonista) con ese admirable ímpetu, madurez, y su indefensión ante los fugados depredadores.
Los directores aplican nocturnidad a algunas escenas clave y aumentan aquellas en que predomina la nieve, haciendo de ella una película atípica del género. Reducen el papel y cambian el destino del personaje que interpreta un intrascendente Matt Dammon y aliñan la búsqueda con música e imágenes poderosas, con su habitualmente extraordiaria capacidad narrativa; y cuentan con brío una brutalidad vista desde los ojos de una niña, la pérdida de la inocencia, la adolescencia arruinada, el instinto protector y paternal de ese alguacil borracho y de gatillo fácil, el calor de las hogueras bajo la noche, una cabalgada al límite de las fuerzas bajo el manto de estrellas, la soledad compartida de tres seres con ideales y pretensiones distintas y un mismo objetivo. Tiene este extraño y atractivo western referencias a ese imprescindible peliculón de Charles Laughton de cuyo nombre muchos no saben acordarse.
Bridges posee un toque fatalista y decadente mayor que el antecesor Wayne, todo es más sucio, más oscuro, más terrible y más real en esta obra que es un chorro de aire fresco para un género que no tiene cabida en estos tiempos, con ocasionales resurreciones donde la última gran obra fue Sin Perdón, a la que 'Valor de Ley' le coge el testigo como una más que digna sucesora en el poco transitado olimpo de los westerns modernos.
El mencionado "toque Coen" llega al final, y es algo sutil y oportuno, un broche nuevo para una obra de corte clásico, ese "no visto" y "más allá" de la original que viaja años hacia adelante y entre planos susurra sobre amputaciones, la visita a un difunto y viejo amigo en una reminiscencia fordiana, las arrugas en el rostro y en el alma y el tiempo implacable que pasa para todos.

4 comentarios:

  1. Muy de acuerdo con tu crítica, aunque de las más "actuales" me quedo sin duda con sin perdón. Petición: Cisne negro.

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  2. Hola anónimo, mucho tiempo llevo sin visitar mis blogs y sin escribir, pero no he aparcado el cine. Aronofsky es un poco pesado, ¿no?. Y eso que 'Te Wrestler' me gusta bastante, pero el resto de su filmografía es para agotar los calificativos calumniadores ante ese impostor tan bueno.

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  3. A mi me pareció fascinante y la interpretación de Portman es sensacional. No hay duda que el peor enemigo es uno mismo.
    No dejes de escribir.

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  4. Pinta bien, pero se viene abajo demasiado rápido, por no hablar del final. Los montajes frenéticos de este señor me superan, vende supuesta poética de drama visual que no deja de ser más de lo mismo.
    Cuando deje de sentir, dejaré de escribir.

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